Por Héctor O. Fajardo/
Está entrampado el gobierno de la 4T en una encrucijada que exhibe su impericia para dirigir los destinos nacionales. Las fallidas políticas para combatir al crimen organizado y afrontar la crisis migratoria permitieron al inquilino de la Casa Blanca acorralar a la administración cuatrotera para exigirle que selle la frontera, detenga el narcotráfico, enfrente a los verdaderos barones de la droga y termine la connivencia de funcionarios mexicanos de alto nivel con los mafiosos. Los corifeos de la mandataria quisieron vender un discurso patriotero mediante el cual la huésped de Palacio Nacional se debiera envolver en el lábaro patrio para alentar a sus gobernados y evitar una invasión extranjera con un nuevo “mexicanos al grito de guerra…”.
La realidad fue otra, tras la frase tranquilizadora del “hay que actuar con cabeza fría” o “tenemos un plan B, C,D,…” lo que existe es una parálisis gubernamental ante el embate del republicano, quien tomó con los pantalones abajo a los imberbes administradores de la 4T, quienes por soberbia e ignorancia desoyeron a tiempo las amenazas de Donald Trump, por lo que ahora que el neoyorquino manda en el mundo, se doblan a las primeras de cambio y solo encubren sus debilidades con mensajes tranquilizadores que únicamente convencen a sus seguidores. Decían sus esbirros, cuando el presidente americano exigió que México cerrara la frontera y se convirtiera en tercer país seguro, que era puro jarabe de pico, jarabe que costó el inmediato envío de diez mil soldados a la línea divisoria norteña y la recepción de los deportados -encadenados-, nacionales y extranjeros.
Los norteamericanos siempre han criticado la corrupta connivencia de las autoridades mexicanas con la delincuencia organizada, a lo que atribuyen la pérdida de la gobernabilidad en buena parte del territorio nacional y la permisividad para que por la porosa frontera entren los estupefacientes tradicionales y las nuevas drogas sintéticas como el fentanilo, problema de salud pública y de seguridad nacional en los Estados Unidos, pero aquí todo se niega, por lo que los gringos decidieron dar otro apretón y declararon terroristas a los cárteles mexicanos, amenazan con intervenir para combatirlos e imponen aranceles a productos nacionales como medida disciplinaria para exigir un mayor compromiso en el ataque a los delincuentes. Pensaron que no lo haría y craso error, los obligaron a pagar un tributo con el envío de 29 miembros del crimen organizado de todos los calibres.
Pero ese tronido de dedos para que se mostrara la voluntad del gobierno no convenció a Trump -les interesaba solo Rafael Caro Quintero, más como tributo a Enrique “Kiki” Camarena y una venganza para resarcir a la DEA que por la peligrosidad del octogenario líder del Cártel de Sinaloa-, por lo que ahora, además de imponer los aranceles, exige la cárcel y extradición de narco políticos mexicanos. Buen principio pudieran ser los gobernadores o funcionarios federales.
Los malos cálculos de los “estrategas” de la 4T tienen a México en un predicamento. La entrega de los 29 solo es el principio, qué hará el gobierno cuando los militares gringos ataquen con drones a los criminales u obliguen -como lo han hecho desde hace tiempo-, a los marinos a que acompañen a la DEA en operativos quirúrgicos para neutralizar objetivos realmente prioritarios para ellos. Qué más tienen que hacer las autoridades mexicanas para tener contento al republicano. El solo anuncio de la entrada en vigor de los dichosos aranceles hizo temblar al peso, perdió la BMV y se contrajo el pronóstico del por sí raquítico crecimiento económico.
Cuando exijan la entrega de narco políticos de la 4T qué harán, ¿seguirá la protección de gobernadores, presidentes municipales, legisladores emanados del partido en el gobierno? Como dijo Luis XV: Después de los 29, el Diluvio.